...yo he visto uno ésta noche.
Tiene la piel blanca como el nácar,
suave y grácil como las alas de una paloma.
Los ojos le brillan en la obscuridad
como los faroles del paraíso
y susurra constantemente
un leve gemido de dulzura que embriaga los sueños.
Su melena color de azabache,
se le desparrama por la espalda
y huele a canela cuando se bambolea.
Los labios son jugosos,
muy tiernos y carnosos
regalando fulgores de emoción
mientras bailan con los besos.
Luego cuando los cierra
es como el corazón de una fresa en flor.
Tiene sus manos pequeñas pero muy hermosas,
casi de cristal esmerilado.
Muy finos y delicados los dedos,
como acostumbrados a mecer emociones.
Anda despacio como los recuerdos de la niñez
y va dejando tras de sí
una estela vertiginosa de pétalos enardecidos.
No tiene alas, pero se sostiene en el aire
sobre una brisa leve y fresca
como las que exhalan las musas enamoradas.
Su imagen no se difumina jamás mientras la sueñas
y cuando despiertas, tu vida ya no vuelve a ser la misma.
Así son los ángeles cuando se aparecen sin llamarlos.
Esta noche he visto uno y ya no quiero morirme sin él.
M.Silván
17/8/14