Hoy he
rellenado mi almohadón
con los
sueños sueltos
que ésta
mañana olvidaste
antes de
partir sigilosamente.
No sé si
volverás a por ellos
o por alguna
sinrazón
me lo regalas
indiferente
junto con
algunos de tus cabellos.
También
dejaste mi corazón
abierto como
la ventana
que refrescó
nuestra madrugada.
Ni siquiera
sentí algún beso
si es que
acaso me lo diste,
ni siquiera
la última mirada
sobre el
límite de mis huesos,
ni la caricia
que me prometiste.
Solo noté la
mano fría del olvido
arropándome
la espalda desnuda
y el silencio
maldito de tu huida
creyéndome
ajeno y dormido.
Manuel Silván
9/12/2015
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