Sobre la locuacidad

...cuando hables, procura que tus palabras sean mejor que tu silencio.

22 de mayo de 2015

Esta mañana





Esta mañana
vengo a regalarte una luz nueva
para que veas
las cosas de otra manera,
para que no tropieces otra vez
con la misma piedra
para que seas como quieras
cuando y donde te apetezca.

Esta mañana
te voy a plagiar los sueños
para hacerte feliz
cuando te olvides de vivirlos,
para poner la poesía
al alcance de tus manos
en los trances de melancolía.

Esta mañana
voy a corregirte la plana
para ver si has aprendido bien
mis palabras,
para que no te acostumbres
a borrarlas como si nada,
porque te sabes las sonrisas
de memoria pero no guardarlas.

Esta mañana
te traigo el mapa del olvido
para que no te pierdas
por el camino,
para que no te disuadan
las malas hierbas,
para que te acuerdes de saltarlas
cuando se te enreden en los pies.

Esta mañana
te voy a regalar música de mayo
que me sale gratis
del pentagrama de los silencios,
también he traído
mis lágrimas, todavía calientes,
de mis desvelos de anoche.
Te las regalo
porque a mí me ayudaron
a regatear las dunas de hormigón
y sé que te vendrán bien.

Esta mañana
he invitado a la brisa de mayo
para que te abanique
mientras te despiertes el alma,
para que dibujes
con colores nuevos
la tela blanca de tu almohada,
para que te limpies los besos,
para que te acicales la mirada,
para que te pongas guapa
y salgas conmigo de paseo.

Esta mañana
quiero que seas valiente y callada,
quiero verte lucir los mechones,
que ilustres tus deseos
con perfiles claros como el agua,
que te dejes de borrones
porque sucia y fea, no se baila.

Esta mañana
te regalo mi copa de cristal
para que te bebas la vida,
para que te mires en ella reflejada
cuando no tengas nada que hacer,
para que no te olvides de mi
cuando me vaya,
para que te acuerdes de esperarme
con la piel perfumada de ti,
para que aplaudas mis rimas
que, por ahí te dejo colgadas.

Esta mañana
es una mañana muy importante,
es el principio de mañana,
para regalarte más cosas.
Te las traigo desde mi locura,
para templar la tuya.
Esta mañana es muy hermosa,
no te olvides de disfrutarla.

Manuel Silván

22/5/2015   

18 de mayo de 2015

Pasa...lo que pasa.



Porque nunca te cansas
de mirar para fuera,
porque jamás dices basta
cuando ya nadie te escucha,
porque gritas más de lo debes
en vez de callarte más de lo que puedes,
porque siempre eres tú y nunca los demás,
porque jamás te has puesto en su lugar,
porque juzgas más que aciertas,
porque no admites que te juzguen,
porque a veces calientas el hielo
para ver lo que tiene dentro,
porque desconfías de tu sombra
cuando adviertes que te sigue,
porque cruzas la línea roja maldita
más veces de la cuenta,
porque te niegas el sueño
para que no te roben las manías,
porque cada mañana cuando despiertas
lo primero que ves te asusta,
porque los sustos de cada día
se te volvieron costumbre,
porque disfrazas tus necesidades
de falsa humildad damnificada,
porque tu humildad no está actualizada,
porque cuando amas
te afloran referencias del pasado,
porque las preguntas sólo las haces tú,
porque solo tú has sido victima
de todas las invasiones,
porque has perdido el apetito
de amar sin objeciones,
porque todas las ofensas
tienen residencia en tu corazón,
porque no confías ni en dios ni en nadie,
porque la perfección eres tú
y los demás estamos equivocados,
porque pedir ayuda hiere tu orgullo,
porque quieres ser más fuerte que antes,
porque necesitas ganar todas las batallas,
porque solo tú acumulas cansancio
pero nunca te fatigas demasiado,
porque a cada momento que pasa
te llega el hartazgo hasta la coronilla,
hartazgo de todo y por todo,
porque son tantas las cosas que te pasan
que no tienes tiempo de pasar de la cosas,
porque que sufres tanto sin necesidad,
porque la necesidad te hace sufrir,
porque no soportas las manos tendidas,
ni las manos alzadas, ni las cerradas,
ni las abiertas, ni las unidas,
porque no soportas las manos de nadie
ni que nadie tome las tuyas,
porque no sabes usar las manos
para curarte las heridas,
porque siempre las tienes abiertas,
sangrantes y doloridas,
porque así, como lo tienes planteado
jamás podrás disfrutar de la vida.

Tienes tanto trabajo por hacer
que casi no podrás llegar a tiempo.

Quizás sea mejor darte la vuelta,
para sepultar en el pasado
tu maldita locura
y rellenar los pasos huecos
que se te han perdido.
Volver a caminar sin valija
ni aflicciones, trabado el amor
y sorbiendo besos frescos,
cada poco a poco, hasta el rubor.

Sólo así te brillaran los ojos
cuando te sorprenda el amanecer
y tu vida tenga la fuerza y el calor
que ahora le niegas.



Manuel Silván  - 18/5/2015

14 de mayo de 2015

A veces, tan solo a veces



A veces, cuando se nubla la memoria
y los recuerdos se sujetan en el tiempo,
tan frágiles como remisos, tan yermos,
tan cansados como ausentes,
volátiles e incluso amargos en la insinuación…
a veces, digo, no podemos evitar
la frívola intención
de volver sobre nuestros pasos
para recorrer de nuevo aquella senda que,
ahora se nos antoja filántropa y recurrente.

Es como si hubiese aparecido
por arte de magia
la solución a nuestras tribulaciones.
Como si una comezón en las entrañas
nos invitara a comer de la fruta prohibida que,
alguna vez tuvimos en las manos.

A veces, digo y solo a veces,
no se recupera la memoria oportuna
por mucho que inquiramos
en los anaqueles del pasado,
ni siquiera logramos acercarnos a las lindes
de aquel paraíso deshabilitado por el tiempo.

Como último recurso
para superar el trance de la nostalgia inoportuna,
solo nos queda sorber resignadamente
las lágrimas amargas
que tan gentiles se desbordan de nuestras cuencas.

Ni siquiera el recuerdo
de que aquellos de la juventud, ya intransitable,
acudirán solícitos a nuestro consuelo.
Cada vez tardan más
en volver a regalarnos sus frescura,
sus desvelos, aquellas carreras disparatadas
por lo pliegues prohibidos de la piel ajena,
el silencio en las miradas mágicas,
ni la grácil brisa de colores que nos regalaba
el crepúsculo rojizo bajo las lomas del Conquero.

A veces, ya no sabemos casi nada de nosotros,
ni del tiempo que transcurre
hasta la próxima vez que lloramos
o nos atragantamos con las palabras
que nunca dijimos porque no era el momento adecuado.
A veces, nos parecemos a la persona
que nos imaginábamos de mayor
pero, solo a veces, nos reconocemos en ella
y es entonces cuando se apaga
la luz de la memoria
para consolarnos la soledad propia
de tanta vida vivida
 entre los tiempos de antes y los de ahora.
Tanta que, a veces, ya ni nos acordamos
y empezamos a ponernos tristes.

Total, para nada, no sirve para nada.
Solo merece la pena seguir viviendo
y dejar el pasado para cuando salgamos de aquí.        

Manuel Silván

6/5/2015