Sobre la locuacidad

...cuando hables, procura que tus palabras sean mejor que tu silencio.

1 de octubre de 2014

Ahora que has vuelto a casa





La rabia te dominó por un momento
y en su afán de venganza,
salieron malsanas las injurias sin fundamento
dejando desamparada tu voluntad
para luego remediar el daño y la tristeza.

Ahora que has vuelto a casa
y has comprobado que te esperaba
con el amor de siempre dispuesto,
sientes el amargor de la vergüenza
y te atragantas con los sapos de la ignominia,
vencida la voz por un orgullo corrosivo
que no deja hueco para la felicidad.

No inventes excusas
porque no las necesito para seguir amándote,
pero si quieres un remedio
para salir de tus tribulaciones,
solo tienes que limpiar  el légamo que soltaste
utilizando la humildad como utensilio
y la verdad como ingrediente,
sin importarte otra cosa
más que el amor que nos debemos
para pagar nuestros errores.

Nada duele más que la indiferencia
y sobre todo en asuntos del corazón.

No es conveniente dejar
que los extravíos propios y ajenos
socaven sus cimientos
esperando la necesaria contrición
y se agrave la herida con su dolor.

Ahora que has vuelto a casa,
no tengas recelos de mí.
Estamos juntos y perdonados.

No necesitamos palabras
para explicarnos nada,
con nuestras miradas, basta.

El amor es cosa de dos
y nada ni nadie es más importante…
ni siquiera las insidias
de los que pretendan destruirlo,
ni siquiera los tabúes ni los credos,
ni la sociedad con sus modelos,
ni los demonios del pasado,
ni el futuro con sus miedos,
ni la enfermedad, ni la muerte…
porque muerto también se quiere,
tanto el que vive como el que muere. 


Ahora que has vuelto a casa
no cierres la puerta ni las ventanas.
Deja pasar el aire fresco
que nos regala la mañana
y vivamos nuestro amor, cara a cara. 

Ahora que has vuelto a casa.  

 M.Silván
8/9/2014

        

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