No me importa la caída
aunque el daño me duela tanto.
No me importa el grito,
ni su contundencia,
ni el silencio maldito,
ni el desencanto,
ni la tristeza encadenada,
ni al quebranto que incide
mi conciencia obstinada.
No me importa la verdad ciega
ni las falsas palabras,
ni los consuelos resonantes,
ni la legítima defensa
que se agita y enfurece
dentro de mi corazón.
No me importa nada
que no sea tú entre mis brazos
Manuel Silván
4/11/2015
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