a los unos contra los otros,
dándose por lo común
derribar la pared de la
cordura
con golpes de cabeza candonga
o petardos de improperios.
...de irse de la lengua con
bravura
como zapadores de madrigueras
en un revoltijo de puñaladas
en serio,
patadas a quemarropa, con
martillo
y golpes de paladas cortas.
...que para menester se
afilan al brillo
las lenguas con piedras de
amolar
hasta dejarse los bordes
mortales
como hojas de cuchillo.
Estando arrodillado en la
zanja
de mis vergüenzas ultrajadas,
como así el resto del
auditorio
dispuesto a echar manos
terciadas
a la venosa controversia
invitados,
más una docena de sin
banderas,
aplaudidores del gratuito
repertorio,
pues como decía yo,
con las facciones acongojadas
rendí al instante los tordos
bigotes,
las narices semíticas y
gallardas,
reacio a comer tocino cual
necio simplote,
dándoles a los camaradas como
ardite
que el tercio lo venía
perdiendo.
Como de buena forma fui
pudiendo,
me las avié para salir del
envite
poniendo pies en polvorosa
ya que los asuntos de moral
dudosa
duermen espalda contra
espalda,
más si no es noble la treta
dañina,
uno sabe siempre como empieza
pero nunca supone como
termina.
Por eso, amigo, si la
contraria,
brava y huraña como mejor
sabía,
viene a la zaga guerreando,
más vale dejarlo como lo
tenía:
ella y los escuchantes
disfrutando
como si gozasen de su mejor
día,
sálgase presto por la puerta
callando
y esquive como pueda la
pelotera
que no hay mejor santo que el
de madera
ni mejor tramitación que
salir pitando.
Manuel Silván
16/01/2015
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